Artículo tomado de: http://vaticaninsider.lastampa.it/
10/14/2013
El
Papa a los participantes de la plenaria del Pontificio Consejo: «Usar el
lenguaje de la misericordia. Cada cristiano debe dialogar con los que
piensan diferente, con los que tienen otra fe o no la tienen»
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
CIUDAD DEL VATICANO
«La nueva
evangelización debe usar el lenguaje de la misericordia, hecho de gestos
y de actitudes antes que de palabras». Y es necesario «ir hacia los
demás», dialogando con todos. Lo dijo el Papa Francisco esta mañana al
recibir en la Sala Clementina a los participantes de la asamblea
plenaria del Pontificio Consejo para la Evangelización, guiado por el
arzobispo Rino Fisichella. Bergoglio agradeció por el servicio
desarrollado y habló sobre el «primado del testimonio», sobre la
«urgencia de salir al encuentro» y sobre la necesidad de un proyecto
pastoral «que se centre en lo esencial».
«En nuestro
tiempo se verifica a menudo una actitud de indiferencia hacia la fe»,
dijo Francisco y los cristianos, con su testimonio de vida, deben
suscitar preguntas dudas en todos los que encuentran: «¿Por qué viven
así? ¿Qué cosa los impulsa?». «Lo que necesitamos, especialmente en
estos tiempos, son testimonios creíbles que con la vida y también con la
palabra hagan visible el Evangelio, despierten la atracción por
Jesucristo, por la belleza de Dios».
Muchas
personas, observó Francisco, se han alejado de la Iglesia, pero es
erróneo culpar a unos u otros; «es más, no hay que hablar de culpas. Hay
responsabilidades en la historia de la Iglesia y de sus hombres, hay
ciertas ideologías y también individuos. Como hijos de la Iglesia
–añadió el Papa– debemos continuar el camino del Concilio Vaticano II,
despojarnos de cosas inútiles o dañinas, de falsas seguridades mundanas
que hacen pesada a la Iglesia y dañan su verdadero rostro».
Es necesario
que los cristianos «hagan visible a los hombres de hoy la misericordia
de Dios, su ternura por cada criatura. Sabemos que la crisis de la
humanidad contemporánea no es superficial, sino profunda. Por ello, la
nueva evangelización, mientras llama a tener la valentía de ir
contracorriente, llama a convertirse de los ídolos al único Dios
verdadero, no puede más que usar el lenguaje de la misericordia, hecho
de gestos y de actitudes antes que de palabras». Cada bautizado es «un
“cristóforo”, portador de Cristo, como decían los antiguos santos
Padres. Quien ha encontrado a Cristo, como la Samaritana del pozo, no
puede tener para sí esta experiencia… Todos deben preguntarse si con
quienes nos encontramos perciben en nuestra vida el calor de la fe, ¡si
ven en nuestro rostro la alegría de haber encontrado a Cristo!».
El Papa
subrayó que la nueva evangelización es un «movimiento renovado hacia los
que han perdido la fe y el sentido profundo de la vida». Y así como el
«Hijo de Dios “salió” de su condición divina y vino a nuestro
encuentro», nosotros, «cada cristiano ha sido llamado a salir al
encuentro de los demás, a dialogar con los que no piensan como nosotros,
con los que tienen una fe diferente o no la tienen. Encontrar a todos,
porque todos tenemos en común haber sido creados a imagen y semejanza de
Dios. Podemos salir al encuentro de todos, sin miedo y sin renunciar a
nuestra pertenencia».
«Nadie
–observó Francisco– está exlcuido de la esperanza de la vida, del amor
de Dios. La Iglesia ha sido enviada a despertar por doquier esta
esperanza, especialmente en donde está sofocada por condiciones
existenciales difíciles, a veces inhumanas, en donde la esperanza no
respira, se sofoca. Se necesita el oxígeno del Evangelio, el soplo del
Espíritu de Cristo resucitado, que la vuelva a encender en los
corazones. La Iglesia es la casa cuyas puertas están siempre abiertas no
solo para que allí cada quien pueda encontrar acogida o respirar amor y
esperanza, sino también para que nosotros podamos salir y llevar este
amor y esta esperanza».
Para
concluir, el Papa indicó que «no sirve perderse en muchas cosas
secundarias o superfluas», sino que hay que «concentrarse en la realidad
fundamental, que es el encuentro con Cristo, con su misericordia, con
su amor y el amar a los hermanos». Hay que «recorrer vías nuevas, con
valentía, ¡sin fosilizarnos!». El Papa subrayó «la importancia de la
catequesis, como momento de la Evangelización», para superar la
«fractura entre Evangelio y cultura y el analfabetismo de nuestros días
en materia de fe». «He recordado en diferentes ocasiones –añadió– un
hecho que me ha impresionado en mi ministerio: ¡encontrar niños que ni
siquiera sabían persignarse!». Los catequistas desempeñan un servicio
precioso para la nueva evangelización, y es importante que los padres
sean los primeros catequistas, los primeros «educadores en la fe en la
propia familia con el testimonio y con la palabra».
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